viernes, 9 de octubre de 2009

Carta del Delegado Cero

Como adherentes a la Sexta Declaración de la Selva Lacandona, se nos hace un deber transcribir, por lo menos, un fragmento de una carta de nuestro Delegado Cero desde México.
Puede ser que la esperanza se alimente, como nuestra América, de la memoria.

Y puede ser que la memoria no sea otra cosa que el pegamento para volver a unir la esperanza que se ha roto en el calendario que nos imponen.

Puede ser que esa memoria, la que hoy nos convoca y vuelve a poner a la América Latina aquí nomasito, no sea una herencia que esos dolores nos legaron, sino un deber que nos marcan.

Puede ser.

Tal vez para saberlo es que estamos aquí, incluso los que no estamos.

Porque puede ser que el hoy no sea igual al ayer.

Un revolucionario chileno, de ésos que hacían temblar cuando empuñaban una guitarra, Víctor Jara, tal vez pensando en los tiempos que hoy cargamos, dijo, nos dijo, nos dice que “Es difícil encontrar en la sombra claridad, cuando el sol que nos alumbra descolora la verdad”. Y dijo, nos dijo, nos dice. “Ojalá encuentre camino para seguir caminando”.

Y fue en tierras chilenas, hace mucho tiempo, que Manuel Rodríguez dijo, nos dijo, nos dice, como mostrando el camino, “Aún tenemos Patria ciudadanos”.

Y otro uno, también chileno, aquí nomás cerca y bajo la metralla que le buscaba el corazón, tuvo la entereza y sabiduría para decir, para decirnos, “más temprano que tarde, de nuevo se abrirán las grandes alamedas por donde pase el hombre libre, para construir una sociedad mejor”

Puede ser que el hoy no sea igual al ayer.

Puede ser que se hayan aprendido las lecciones y, pronto, donde antes se emborronaban cuartillas en la historia latinoamericana, se enmendará la letra y terminará por leerse, con la claridad de quienes miran desde abajo, que “democracia”, “libertad” y “justicia” son palabras graves y que se acentúan en el corazón, es decir, en el lado izquierdo del pecho colectivo que somos.

Quisiera decir que venceremos, que no nos moverán, que el futuro será nuestro, que romperemos mil cadenas, que la libertad es un horizonte cercano; pero nosotros los zapatístas creemos que no será así porque lo depare un destino oculto o manifiesto, sino porque trabajemos y luchemos por ello.

Hermanos y hermanas:

Esto quiere decirles nuestra palabra:

Bien haya la vena abierta de América Latina que se llama Chile y que tiene en la sangre no a la ITT, no a la Anaconda Copper, no a la United Fruit, no a la Ford, no al Banco Mundial, no a Pinochet, ni a los nombres con los que ahora se visten unas y otros, sino a sus obreros, sus campesinos, sus estudiantes, sus mapuches, sus mujeres, sus jóvenes, su Víctor Jara, su Violeta Parra, su Salvador Allende, su Pablo Neruda, su Manuel Rodríguez, su Miguel Enríquez, su memoria.

Hermanos y hermanas de Chile:

Reciban todos y todas el saludo de quienes los admiramos y queremos, nosotros, los zapatístas mexicanos.

¡Salud Chile!

Desde las montañas del Sureste Mexicano.

Subcomandante Insurgente Marcos.